Jesús debió morir como muere un animal pequeño en un cuento para niños. Así, nuestras cabezas descansarían apoyadas sobre los hombros de una bella infancia. Pero los hombres ya nos hemos dicho tantas palabras... que no nos oímos amar.
Y la Tierra por descubrir no tiene nombre todavía.
Y la Tierra por descubrir no tiene nombre todavía.