El sueño salió de la cajita donde ella lo había guardado. Tres rayos ardientes brotaron. Se inflamaron entre sus labios. Derramaron miel y azúcar. El amor de él se suspendió entonces ante sus ojos y llenó con agua las fibras de un beso.
Entre sedimentos, se descubrió más tarde, cómo flotaba suspendido un orgasmo que llevaba impresas las siguientes palabras: "Difúndanme en la sangre".