Sentía, a velocidad reducida, brotar mi boca en los fragmentos de un sueño. Desde la periferia de mis labios, ella entreabría los suyos. Entonces yo metía en ellos mi ternura. Y ella la pesaba porque ingresaba entonces a su mente mi poeta.
El amor resopló con sus dibujos al viento. Y los pequeños astrónomos que vivían en mis neuronas, se empinaron para verla volar.