domingo, 25 de noviembre de 2012

El AMOR QUE LLORABA FLORES EN SUS LÁGRIMAS DE AUSENCIA EXTENDIDA.

Sus latidos llevaban un tajo por donde afloraban pastizales rubios. Desde sus raíces, se acariciaban naciones de palabras entre sí. Ella las cuidaba como a hijas que él amontonaba para su corazón.
Un alma, pequeña y dulce, metía entonces la cabeza en el pecho del poeta.
Había polvo en el tiempo que los separaba...
Había migas para el nacer y morir en un "te quiero"...
Él, sólo sacaba los versos que ella encerraba en su largo rio.