lunes, 14 de enero de 2013

ÉL NO SABÍA MOVER SU ESPERA EN LAS GRIETAS DEL AFECTO QUE ELLA ROZABA CON SU LENGUA CUANDO ENTRABA EN EL MOVIMIENTO DE LA VAGUADA QUE SE ABRÍA DESDE SU CUELLO.

Estaba quieta la calma sobre un bulto de amor. Acostada sobre mis labios, tu boca, detenida, resbaló besada hasta donde te llegaba mi voz.
- En un solo sonido de tu alma metí el espacio de verdad que más necesitabas oir.
- Y yo te espero. Cubierta con la luz de lluvia que me dejó tu saliva. Olvidada sobre una manzana, esa que vive hoy conmigo sobre tu nombre perdido.