lunes, 11 de marzo de 2013

LA NIÑA QUE BESABA SUS PENSAMIENTOS DE VIENTO Y LES ACARICIABA LAS RAÍCES CERCA DEL MAR.

Los amantes dejaron sus cuerpos fuera, sobre una almohada de semillas escondida en el jardín. Llovía, y la tristeza cantaba dueña del silencio. También atardecía sobre un beso que se había colocado como si fuera un arma de carne humedecida. 
- Abre los ojos en lo que no exista, amor, espérame siempre en la ternura de tus cristales nevados.
Y desde la boca, se recortaban objetos delgados salidos de sus palabras.
Parecían hechos de tiempos sin sonido. Como perforaciones de olvido hechas para mí.