lunes, 4 de marzo de 2013

EL PÉTALO PLATEADO QUE DESPERTABA TRANSPIRADO EN UNA COLINA DE SEDA DONDE EL SEXO SE ALEJABA DENTRO DE UNA NOCHE PÁLIDA.

Yo ponía en sus caderas el aroma de mi beso.
Ella lo abrigaba con pensamientos vacíos. 
Entonces, mi voz era como una uva mojada metida en la escarcha lila y caliente de su orgasmo.
Y mis labios sólo llegaban a su boca como fruta callada.