lunes, 27 de mayo de 2013

LAS PIERNAS QUE ENTREABRÍAN UNA CABINA CON UN TEMBLOR PÁLIDO QUE SE QUEMABA EN LA VOZ DE UN ORGÁSMO DESDE UN PUERTO DE HIELO DELGADO COMO EL OXÍGENO.

Tu sexo huele a mineral mojado, y bajo la niebla, se llega a tus nalgas. Me voy de una calle a otra. De las caderas a tus muslos y de los muslos a tus caderas. 
A centímetros bajo tu piel, hace frío.  Ahí vivimos juntos. Y se escucha caer mi ropa desde el fondo de tus pechos.
Tú dices que mi poesía son un destino de cerezas muertas. Yo, digo que son el aire interrumpido que  cae desde tu beso. Y que deja su sombra húmeda... allá, por mi boca.