lunes, 26 de agosto de 2013

EL VIENTO QUE DESLIZABA SU SOLEDAD POR UNA MEJILLA QUE VESTÍA CON TRAJES DE ORO FRAGMENTOS EN EL PENSAMIENTO DEL ROCÍO.

Un instante de ella humedecía mis suspiros. Ellos eran como su encaje de amor. Como la sed de un ramo de sombra olvidado entre sombras que separase las orillas existentes entre un hombre y una mujer.
- Un poema que no digo me come las lágrimas. Luego, bebe de la hora en que nací.
Hoy el recuerdo de tu voz vuelve a desprenderse tapado de infinito.