El presente resbalaba por sus muslos y abría la boca. El pasado caminaba por un puente como si fuese una caricia atardecida. El futuro miró entonces al mar. Lloraba sobre una sonrisa que se anulaba en cada uno de sus instantes anteriores.
- Enrique, sólo mi estatua sabría cómo poner más preguntas en tu corazón sin respuesta.
Y es que la soledad siempre fue la llama perdida del paraíso para que el amor la transfigure...
- Enrique, sólo mi estatua sabría cómo poner más preguntas en tu corazón sin respuesta.
Y es que la soledad siempre fue la llama perdida del paraíso para que el amor la transfigure...