Descendían goteras de la luna buscando su beso. Había una línea vacía, congelada, que le cruzaba los ojos. En ella, algunas veces yo me asomaba a ver lloviznar.
Entonces, esa mujer, lanzaba bengalas al interior de mi corazón.
- Son huellas perdidas, agradecidas por dejarme llorar sobre tu hombro.
Y mis pensamientos eran de nieve. Y sus trenes, eran el poder de mi afecto.