miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL AMOR QUE METÍA SUS OPERACIONES MENTALES EN LO MÁS PROFUNDO DE MI BOCA PARA QUE MIS BESOS MADURARAN SIN AGRIETARSE CON LA LUNA LLENA.

La salida del espíritu se le desvaneció sobre los músculos del vientre. Su ombligo era una piedra de deseo.
- Enrique, hay un amor con el llanto aplastado. Y hoy, tiene sabor a leche...
Entonces, dejó un beso cubierto de nieve para que yo lo llevara amarrado a mi pecho.