miércoles, 2 de enero de 2013

CUANDO LOS DESTELLOS DE MI SUEÑO HICIERON BROTAR DESDE SUS SENOS LO QUE CORTABA LA PIEL DE MI ALMA.

Preguntaba cómo encerrar sus pájaros azules. Meterlos con un beso en lo más profundo de su boca. Ella situaba entonces los labios en mi cuello. Y me devolvía en púrpura, el reflejo de su bajo vientre. Un flujo de piedras perdidas le rodaban entonces por la mirada. Trazaban una recta de agua que resbalaba y dejaba rendijas por las mejillas. Porque eran esas las lágrimas que, pedazo a pedazo, inundaban las ramitas de amor que emergían de sus poros.