lunes, 22 de abril de 2013

LOS MUSLOS HABITADOS POR TERRONES DE LUZ LÍQUIDA QUE ENCENDÍAN BÚHOS CUANDO ELLA LLORABA ELIMINANDO COLLARES DE HIELO POR LA BOCA.

Al caerse, sus besos dejaban una sombra mojada.
La humedad de sus labios, se metía en mi piel fría. Ella dejaba sus sueños aplastados contra mi voz. Yo, entraba entonces, en sus senos de nácar. Después, guardaba en su corazón todos los mordiscos de mi cáscara porta secretos. 
- Ya que te amaré mañana... me moriré anteanoche. Así el crepúsculo nos separará dos veces.