lunes, 6 de mayo de 2013

LA FIEBRE DE UN AMOR DE PIEDRA QUE CANTABA MIENTRAS ERA REHÉN DE UN TATUAJE QUE NUNCA DESPERTÓ.

En esa jaula hay llanto. Dice ser una lluvia de agujas de tiempos pasados.
La música, anudada, pide entrar en el sonido.
Ella me abre su espacio en blanco y yo meto mi tiempo transparente en su amor.
Tanto estamos dentro el uno del otro que nos extraviamos sin poder salir de nuestras cosas.
No hay azúcar en esa metamorfosis...